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    Manifiesto de Aficionados por una Fiesta íntegra, auténtica y justa

    "Nada tiene importancia si no hay toro"

    Decálogo de la suerte de varas

    1º - La suerte de varas es el eje de la lidia. Tiene tres cometidos:

    a) Descubrir las condiciones de bravura, temperamento, comportamiento y calidades del toro.
    b) Ahormar, corregir y restar poder a su embestida, para su posterior lidia y muerte, mediante puyazos en el morrillo, breves y dosificados.
    c) Cuando las condiciones sean las propicias, crear belleza y transmitir la emoción de esta incomparable suerte.

    2º - La suerte de varas debe realizarse según mandan los cánones:

    - Cuadrar al toro ante su picador, quien debe ofrecer los pechos del caballo y provocar su embestida.
    - Picar sólo con la pirámide de acero, que es puya, sin introducir el encordelado, que es tope.
    - Echar el palo por delante y picar en el morrillo del toro antes de que éste llegue al peto del caballo.
    - Mientras el toro empuja, el varilarguero debe defenderse recargando su peso en la puya, echándose encima del palo y sacando su cuerpo de la montura sin rectificar ni barrenar, midiendo el castigo.
    - En ningún caso debe taparse la salida al toro ni hacerle la “carioca”, salvo en los casos de manifiesta mansedumbre.

    3º - La importancia del tercio de varas requiere, para su correcta ejecución:
    - Modificar el diseño de la puya de modo que se pique sólo con la pirámide de acero; para ello habrá que poner una cruceta giratoria en la base de la pirámide o volver al uso del “limoncillo”. Hay que disminuir el tamaño actual de la puya de picar.
    - Caballos domados y con un peso proporcionado.
    - Las defensas de la anatomía de los mismos deben estar elaboradas, preferiblemente, con material flexible y ligero, que no supongan acorazar al caballo y que el toro se estrelle contra un muro.
    - Los caballos deben llevar un ojo destapado para poder orientarse en el ruedo.

    4º - La importancia de este primer tercio para el desarrollo posterior de la lidia requiere que matadores, subalternos y picadores, cada uno en la medida de sus responsabilidades, ocupen su sitio, realicen la suerte correctamente, por derecho y sin ventajas, colocando bien al toro, midiendo el castigo y haciendo el quite tan pronto el toro llegue al caballo.

    5º - No se deberá premiar ninguna faena en la que el toro no haya recibido, al menos, dos puyazos.

    6º - No se deberá premiar a ningún toro, tanto en el ruedo como con trofeos, que en su lidia no haya recibido, al menos, dos puyazos.

    7º - No se deberá premiar ninguna corrida en conjunto donde, al menos, tres toros hayan recibido tres puyazos o más, y el resto, un mínimo de dos, ya que el primer puyazo lo toman bien todos los toros, en el segundo ya empiezan a dar síntomas de su bravura, y es en el tercero donde se define de verdad si el toro es bravo o no.

    8º - Siendo conscientes de que para la realización de la suerte de varas correctamente se requiere, además de conocimiento y compromiso, habilidad y precisión, no se deberá premiar a ningún picador:
    - Que falle en el primer encuentro con el toro.
    - Que pique fuera del morrillo, por muy bien que haya realizado la suerte.
    - Que barrene.
    - Que haga la “carioca” sin necesidad.

    9º - Exigir a los responsables del buen desarrollo del espectáculo taurino, como son presidentes, delegados, alguaciles y veterinarios, que cumplan con sus obligaciones y no deleguen sus funciones en manos de los taurinos profesionales. Deben actuar con el rigor necesario para que se cumpla el reglamento y la lidia se desarrolle ordenadamente, de manera particular en la suerte de varas.

    10º - Deberemos denunciar, a través de los medios que tengamos a nuestro alcance:
    - A los picadores que no cumplan con las normas que rigen el primer tercio de la lidia.
    - A los matadores bajo cuyas órdenes actúen y que son, en definitiva, los responsables últimos de su actuación.
    - A las autoridades que, haciendo dejación de sus funciones, no corrijan, atajen y sancionen las infracciones cometidas.