En la muerte de Conchita Cintrón

Por Alfonso López (México) / Foto : en diario ABC

La mujer más destacada de todos los tiempos en la historia de la fiesta brava, en plan de rejoneadora y como torera a pie, Conchita Cintrón, falleció ayer, a los 87 años de edad, de un paro cardiaco en su casa portuguesa de Altabireche.
Nacida en 1922 en Chile, Consuelo Cintrón Verril, de padre puertorriqueño y madre estadunidense, naturalizada peruana, amó con pasión la fiesta brava y a México, en donde obtuvo grandes triunfos en 211 corridas, con el apoyo incondicional de Jesús Solórzano padre.
Aquí se le nombró La Diosa Rubia del Toreo y, un torero mexicano, José González Carniceritode México, murió en los brazos de ella luego de una cornada en Villavicosa.

Alumna del rejoneador lusitano Ruy de Cámara, vivió la fiesta brava con una intensidad enorme, tanto en activo como ya retirada, pues escribió algunos libros, el más recordado, ¿Por qué Vuelven los Toreros?
Colaboradora muchos años de El Informador, de Guadalajara, leer sus notas era un placer y conversar con ella muy agradable.
Ya retirada, vino a México con frecuencia y, en memoria de su amistad, he aquí este soneto, escrito, desde luego, mucho antes de que surgiera en el mundo de los toros Pablo Hermoso de Mendoza de quien, por cierto, dijo que era un jinete formidable y un gran conocedor de los terrenos.

Montadita en su jaca marcó trazos que quedaron grabados en la arena a partir del momento en que la nena nos amarró con sus taurinos lazos, pues toreando a caballo era muy buena. Siempre siguió sus mexicanos pasos, un torero nuestro murió en sus brazos y vivió mucho en mexicana escena, Era su gracia como la del alba, su cabalgar, elegante y con aseo, y eran sus faenas motivo de salva, por eso propongo que al del rejoneo no se le llame el arte de Marialva sino el de La Diosa Rubia del Toreo.