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    Arrastró 32.000 espectadores y cortó 2 orejas en la plaza México : José Tomás, la leyenda continúa

    PONTEVEDRA/LISBOA/MOURAO (NATURALES).- Lo logró : 2 orejas y arrastrar 32.000 espectadores, lo que no se recordaba hace mucho en México. José Tomás, ¿quien sino?. Asi lo cuenta Guillermo Leal en ABC...

    Y lo hizo. José Tomás logró lo que ningún torero había podido, cuanto menos en las últimas temporadas: alrededor de 32.000 personas se dieron cita en la Monumental de México. La campaña publicitaria, sufragada por el propio torero de Galapagar, que inundó prensa, calles y radio, obtuvo su respuesta con un ambientazo en una fecha difícil.

    La afición disfrutó de su toreo y se emocionó con la entrega de la terna. Porque aunque fue José Tomás quien cortó dos orejas —una en cada toro de un lote nada lucido— y salió a hombros, la réplica de un bravo Arturo Macías, que le arrancó una oreja a su segundo, no se quedó atrás. Confirmó la alternativa Octavio García «El Payo», ese torero que se cuajó en España el año pasado y que estuvo a la altura con el de la ceremonia.

    El haberle vuelto a dar vida a la Plaza México era ya un gran mérito de José Tomás, pero mayor fue cortarle la oreja a dos toros malos de Teófilo Gómez. Su primero, con poca casta, le dejó torear sabrosamente con el capote y luego lucir en los estatuarios muletazos, tan clásicos, personales y emocionantes. La estocada, que fue trasera, precedida de un susto sin consecuencias, bien valió la primera oreja de la tarde.


    Conocimiento del toro
    Y la faena de su segundo fue un compendio de técnica, de conocimiento del toro mexicano y de la tenacidad de un hombre que sabía que debía reafirmar el triunfo. Sobó una y otra vez al toro hasta que logró sacarle algunas alegres embestidas en las que pudo expresar el toreo largo. Otra vez fue certero al matar y nadie dudó en que le dieran una oreja; algunos pidieron las dos, sin embargo, ésa una fue bien merecida.

    José Tomás dio una triunfal vuelta al ruedo y cuando se plantó en los medios de la plaza con su traje azul pavo, sangre y oro, la ovación fue ensordecedora, la que merecía un torero que volvió a darle vida a La México