Comienza la temporada fuerte en América : origen de los Toros en México

NATURALES
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Por: Dr. Enrique Vázquez Legarreta
El año 1529 se tiene registrado en la historia del toreo nacional como la fecha en que nace, comienza a tener forma, colorido y arte, la fiesta traída de la madre patria, incluidos los toros, por los conquistadores hispanos. Han transcurrido 479 años en que se efectuaron los primeros lances a reses bravas.
Una década después del desembarco en Veracruz de Hernán Cortés y sus súbditos guerreros, se festejaron las primeras corridas de toros. Los habitantes de la Nueva España y los naturales colonizados admiraron sorprendidos una extraña fiesta que al paso de los años fue arraigándose hasta convertirse en una afición más en su haber.
A medida que el interés iba creciendo en la Nueva España por la fiesta brava, propicia que los acaudalados de la época invirtieran sus doblones de oro en la crianza de reses bravas, por lo que surge la primera ganadería (Atenco) que fue la primera en criar toros de lidia en México.
A mediados del siglo XVI, en el año de 1552, y siendo don Luis de Velasco el primer Virrey de la Nueva España, el licenciado Juan Gutiérrez Altamirano, primo hermano de Hernán Cortés, formó la vacada de Atenco. Altamirano, que acompañó a Cortés en la conquista, obtuvo del mismo, el pueblo de Calimaya, adquiriendo otras propiedades en el Valle de Toluca y formando la Hacienda de Atenco –así llamada en el idioma azteca por significar su nombre “junto al río”– con ganado de las Antillas y España, entre los que abundaban el bovino, lanar y caballar, más toros y vacas de Navarra, en un total de veinticuatro.
Se tiene la impresión de que fue esta vacada la primera que dio toros de casta para los festejos que se celebraban en el país. Asimismo se supone que el ganado bravo de Altamirano fue mezclado con el de la tierra, siendo las crías de excelente resultado.
Los buenos pastos de la región y la abundancia de agua proporcionada por el río y la laguna de Lerma dieron ejemplares magníficos, donde su casta se acentuaba por la buena cruza con los toros de Navarra.
Eran de poca alzada, abundando los de pelo castaño, color que fueron perdiendo al avanzar las cruzas. De Altamirano pasó la Hacienda de Atenco a los familiares de Cervantes, oriundos de los Condes de Santiago y Barones de Calimaya, los que refinándose en la selección, mejoraron notablemente las condiciones del toro de lidia.
Posteriormente nacen las ganaderías de San Diego de los Padres, Santín, Cazadero, Parangueo, Guanane, Cieneguilla, Venadero, Comalco, Guatimapé, Tepeyehualco y Piedras Negras. - In "El Siglo de Torreón"
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